viernes, 25 de mayo de 2012

LA CLASE POLITICA

Dos políticos, uno joven y otro más mayor, están de campaña electoral visitando organismos públicos.

En primer lugar visitan un colegio de un barrio periférico donde el director les dice: tenemos muchos problemas, por favor ayúdennos, la calefacción no funciona y los niños pasan frío, el techo del comedor corre riesgo de derrumbe por las permanentes goteras, los sanitarios están casi todos rotos, nos faltan platos y cubiertos para el comedor por que se han ido rompiendo o perdiendo y lo más importante, nos gustaría tener algún vigilante por que hay muchos profesores amenazados y alguno ha sido agredido por algún alumno, en fin, la situación es insostenible. Los políticos asienten y el mayor dice: desde luego sí que están ustedes mal, intentaremos arreglar estos problemas antes del inicio del próximo curso, intentaremos, pero no le prometo nada por que estamos en crisis y ya sabe como están los presupuestos...

Acto seguido van a una cárcel... y el director les dice: tenemos problemas, por favor ayúdennos, una de las 320 televisiones de plasma no funciona, el agua sale caliente pero cuando se duchan varios reclusos a la vez le falta un poco de fuerza, 2 de los 34 canales de TDT se pixelan de vez en cuando, los fines de semana el acceso a Internet va algo más lento y lo más importante, con la parabólica vemos 486 canales, pero los de Digital + no se ven por que son de pago y claro, nos perdemos los partidos de fútbol, las buenas películas y el Play Boy.

El político mayor dice: no se preocupen, ningún problema, les aseguro que la semana próxima todo estará solucionado, déjenlo en mi mano.

Al salir, el político joven le dice al mayor: Hombre, hay algo que no entiendo, no les promete nada a los del colegio, que están fatal, y en cambio a los de la cárcel les ha prometido que todos sus problemas se solucionarán pronto... por qué?

Y el político mayor le contesta...:
¿PIENSAS VOLVER AL COLEGIO?

Sobre la tristeza.

               La tristeza es triste porque te disgusta. La tristeza es triste porque te gustaría no estar en ella. La tristeza es triste porque la rechazas. Pero de gustarte, incluso la tristeza puede convertirse en una flor de tremenda belleza, silencio y profundidad.
Nada está equivocado. Así es como debería ser; poder ser capaces de gustar de todo lo que sucede, incluso de la tristeza. También la muerte debe ser amada; sólo entonces podrás trascenderla. Si puedes aceptar la muerte, si puedes amarla y acogerla, entonces la muerte no podrá matarte; la habrás trascendido.
Cuando llegue la tristeza, acéptala. Escucha su canción. Es algo que te ofrece. Tiene un regalo que ninguna felicidad puede ofrecerte, que sólo puede darte la tristeza.
La felicidad siempre es superficial; la tristeza es siempre profunda. La felicidad es como una ola; la tristeza es como las profundidades de un mar. En la tristeza permaneces contigo mismo, solo. En la felicidad empiezas a tratar con gente y a compartir. En la tristeza cierras tus ojos y moras en lo profundo de ti mismo.
La tristeza tiene una canción... la tristeza es un fenómeno muy profundo.
Acéptala. Disfrútala. Pruébala sin rechazarla, y verás que te otorga muchos dones que la felicidad ni siquiera imagina. Si puedes aceptar la tristeza entonces ella deja de serlo; la habrás dotado de una nueva cualidad. Habrás crecido a través de ella. Ahora no será una piedra, una roca que bloquea el camino; se habrá convertido en un escalón.
Y recuérdalo siempre: una persona que no ha conocido una tristeza profunda es una persona pobre. Nunca alcanzará la riqueza interior. Una persona que siempre ha vivido feliz, sonriente, superficial, no ha penetrado en el templo más profundo de su ser. Ha pasado por alto el santuario interior.
Sé capaz de tratar con todas las polaridades. Cuando llegue la tristeza, sé triste de verdad. No trates de escapar de ella, permítela, coopera con ella. Déjala disolverse en ti y te disolverás en ella. Sé uno con ella. Sé realmente triste: sin resistencia, sin conflicto ni lucha. Cuando llegue la felicidad, sé feliz: baila y extasíate. Cuando llegue la felicidad, no intentes aferrarte a ella. No digas que debería durar para siempre; ésa es la manera segura de perderla. Cuando llegue la tristeza, no digas: «no vengas a mí», o: «ya que has venido, no tardes en marcharte». Esa es una equivocación. No rechaces la tristeza y no te aferres a la felicidad.
No tardarás en descubrir que felicidad y tristeza son dos caras de la misma moneda. Entonces te darás cuenta de que la felicidad también conlleva una tristeza, y que la tristeza conlleva una felicidad. Así se enriquecerá tu ser interior. Entonces podrás disfrutar de todo: de la mañana y de la noche, de la luz del sol y de la oscuridad de la noche, del día y de la noche, del verano y del invierno, de la vida y la muerte... podrás disfrutarlo todo.
De “El libro de la vida y la muerte” – Ed. Kairós.


En memoria de VICENTE VALDÉS RUBIO,    hasta siempre amigo.